La música durante el periodo virreinal fue muy importante y, al igual que en otras ramas (arquitectura, pintura, escultura) surgió del mestizaje entre la cultura musical europea y los ritmos populares. La presencia de esclavos negros traídos desde el África también fue de vital importancia en la creación de obras que nos impactan por su singular belleza. Las misiones jesuíticas en territorio guaraní (Moxos, Chiquitos) lograron piezas verdaderamente celestiales. No olvidemos también la figura de Domingo Zípoli eminente compositor, hijo de Loyola y de quien nos ocuparemos en una próxima entrada.
En este caso, les ofrecemos una de las piezas encontradas en el llamado "Códice Martínez Compañón", de finales del sXVIII. Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda (1737-1797) fue obispo de Trujillo (Virreinato del Perú) y realizó numerosos viajes al interior de su diócesis. Su obra reviste una importancia extraordinaria, debido a que llevó adelante descripciones pormenorizadas de las costumbres, religión, manifestaciones artísticas y lengua de los distintos grupos étnicos desperdigados por tan vasto territorio. Las piezas musicales ocupan un lugar priviliegiado. Nos ayudan a tener una idea de la época y del sincretismo que caracterizó al periodo colonial. Son composiciones de carácter popular, es decir, reflejan a la perfección el sentimiento del hombre común, alejándose de los brillos de las cortes virreinales. Martínez Compañón realiza un exhaustivo trabajo antropológico y saca a la luz la realidad de lo autóctono.
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