Hace 400 años los habitantes de la Villa de Córdoba vivián, trabajaban, estudiaban, y tenían momentos de ocio a la usanza de la época. Los nombres no fueron la excepción a la regla y como ejemplo basta un botón:
Don ANFILOQUIO Villagra
Doña DOMITILA Vélez de Carmona
Don CELANOR Ortíz...
Perlitas que vale la pena sacar a la luz y que hoy nos despiertan curiosidad y a la vez respeto por aquellos seres anónimos que fueron parte de una época.
Si aún no han definido un nombre para sus hijos, nosotros podemos ayudarlos. Va con onda...
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Una donación importante.
Cuenta la historia que Don Manuel Cabrera (nieto de Don Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de Córdoba) viajó a Europa junto al Padre jesuita Gaspar Sobrino, quien iba a Roma para desempeñarse como Procurador de la Orden de Loyola.
Tras fuertes tempestades y ataques de piratas holandeses que acechaban a los galeones españoles, cargados de oro, plata y esclavos, Don Manuel pensó en la casi segura zozobra. Ante tan angustiante situación realizó una promesa: si salía con vida de esa travesía donaría quince mil ducados de oro a la Compañía de Jesús para la construcción de un templo en el caserío llamado Córdoba de la Nueva Andalucía e ingresaría a la Orden.
El terrible cruce del Océano Atlántico fue exitoso, y tuvo que cumplir con su palabra...
Hacia 1638 la Compañía contaba con el dinero pero por desidia o falta de mano de obra se demoró el inicio de la construcción. Los propios familiares de Cabrera reclamaron la pronta concreción del proyecto.
Sin mayores datos ni detalles, se desconoce la fecha exacta del inicio de las obras del templo de la Compañía de Jesús.
Tras fuertes tempestades y ataques de piratas holandeses que acechaban a los galeones españoles, cargados de oro, plata y esclavos, Don Manuel pensó en la casi segura zozobra. Ante tan angustiante situación realizó una promesa: si salía con vida de esa travesía donaría quince mil ducados de oro a la Compañía de Jesús para la construcción de un templo en el caserío llamado Córdoba de la Nueva Andalucía e ingresaría a la Orden.
El terrible cruce del Océano Atlántico fue exitoso, y tuvo que cumplir con su palabra...
Hacia 1638 la Compañía contaba con el dinero pero por desidia o falta de mano de obra se demoró el inicio de la construcción. Los propios familiares de Cabrera reclamaron la pronta concreción del proyecto.
Sin mayores datos ni detalles, se desconoce la fecha exacta del inicio de las obras del templo de la Compañía de Jesús.
Ni me di cuenta... está bueno che!!
Detalle
MANZANA DE LAS LUCES...
DINTEL
PIEDRA SAPO
A fines del SXIX fue residencia particular y pasó a convertirse en un hotel.
Popurri: Inquietudes, proyectos, agradecimientos y otras yerbas.
Hola a Todos!!!. Después de algunas semanas sin escribir, acá estamos de nuevo. Es interesante que conozcan un poco nuestra cocina, es decir, lo que nos va pasando a la hora de transmitir un caudal de material obtenido de nuestra permanente investigación. No vamos a negar que infinidad de veces se nos hace difícil decidir como encausar 400 años de material. Décadas más, décadas menos, que va.
Para muchos, esto puede ser básico, elemental. Pero para una gran mayoría, es importante descubrir secretos que el pasado tiene ocultos, hasta que alguien redescubre pequeños o grandes acontecimeintos que, en definitiva, hacen a los orígenes, a la esencia, aunque sea en parte, de nuestra vida.
En nuestro trabajo también encontramos algunas curiosidades que nos resultan divertidas, lógicamente vistas e imaginadas desde el siglo XXI. Un nombre, un personaje, un relato, una costumbre, una fiesta, un acontecimiento socio-político, un casamiento, un nacimiento... Todo toma una dimensión mil veces mayor. Claro, estamos mirando a través de la lupa de la historia, muchas veces mágica y que parecen repetirse una y otra vez a lo largo de los siglos.
Vaya nuestro agradecimiento a la Comisión de Recuperación Artísitica Religiosa (CReAR), Obispado de Jujuy- Prelatura de Humahuaca por su generoso estímulo y por abrirnos generosamente las puertas a su bibliografía y por brindarnos los contactos necesarios para acceder a personas que nos ayuden en esta tarea. Por ende compartimos con ustedes que también estamos investigando la huella jesuítica en la provincia de Jujuy. En próximas publicaciones seguiremos brindándoles el rico material que estamos recopilando. Vaya nuestro afectuoso saludo a la Arq. Viviana Ybrán.
Para muchos, esto puede ser básico, elemental. Pero para una gran mayoría, es importante descubrir secretos que el pasado tiene ocultos, hasta que alguien redescubre pequeños o grandes acontecimeintos que, en definitiva, hacen a los orígenes, a la esencia, aunque sea en parte, de nuestra vida.
En nuestro trabajo también encontramos algunas curiosidades que nos resultan divertidas, lógicamente vistas e imaginadas desde el siglo XXI. Un nombre, un personaje, un relato, una costumbre, una fiesta, un acontecimiento socio-político, un casamiento, un nacimiento... Todo toma una dimensión mil veces mayor. Claro, estamos mirando a través de la lupa de la historia, muchas veces mágica y que parecen repetirse una y otra vez a lo largo de los siglos.
Vaya nuestro agradecimiento a la Comisión de Recuperación Artísitica Religiosa (CReAR), Obispado de Jujuy- Prelatura de Humahuaca por su generoso estímulo y por abrirnos generosamente las puertas a su bibliografía y por brindarnos los contactos necesarios para acceder a personas que nos ayuden en esta tarea. Por ende compartimos con ustedes que también estamos investigando la huella jesuítica en la provincia de Jujuy. En próximas publicaciones seguiremos brindándoles el rico material que estamos recopilando. Vaya nuestro afectuoso saludo a la Arq. Viviana Ybrán.
sábado, 13 de noviembre de 2010
Vistas nocturnas de la Iglesia de la Compañía de Jesús (Córdoba, Argentina). Segunda Parte
Torres Iluminadas
Detalle de las Torres de la Fachada.
Detalle de las Hornacinas del Frontis.
Entrada sobre calle Obispo Trejo y detalle de las rejas del atrio.
Puerta principal de acceso al Templo
Noche Barroca en la Compañía de Jesús. Panorámica del Altar Mayor.
Esplendor.
Detalle de las Torres de la Fachada.
Detalle de las Hornacinas del Frontis.
Entrada sobre calle Obispo Trejo y detalle de las rejas del atrio.
Puerta principal de acceso al Templo
Noche Barroca en la Compañía de Jesús. Panorámica del Altar Mayor.
Esplendor.
Fotografías de la Iglesia de la Compañía de Jesús, Córdoba, Argentina. Siglo XVII. Primera Parte
Detalle de la reja de ingreso a la Iglesia de la Compañía, Córdoba, Argentina.
Detalle de la bóveda de la Iglesia de la Compañía de Jesús, Córdoba, Argentina.
Prólogo
Pasó mucho tiempo. Después de muchas idas y venidas y de hacernos algunos huecos dentro de la rutina salió éste producto que pretende mostrarles, aunque sea brevemente, parte de nuestra historia, de nuestro pasado colonial, enfocándonos primeramente en el legado jesuítico.
Infinidad de veces uno transita por la ciudad sin saber lo que está frente a nosotros. Éste blog tiene como misión dar luz sobre aquello poco conocido. Trataremos de hacer un viaje ameno, interesante, didáctico. Hay fotos que acompañan una historia de centurias. Aprovechamos para agradecer a todos aquellos que han aportado su granito de arena, a nuestras familias y, particularmente, a amigos de la talla de Martín y Fernanda que han colaborado prestando su equipo fotográfico.
Creemos firmemente en el hecho de que Internet es una herramienta indispensable para transmitir conocimientos. Éste es el medio para develar el pasado. El legado jesuítico reviste una importancia cabal en la historia nacional y Córdoba no es la excepción a la regla. De ahí el nombre del blog: Línea Jesuítica. Una ligazón de segmentos- arte, arquitectura, filosofía, religión, sólo por nombrar algunos- que confluyen una particularísima mezcla que dio inicio a nuestra identidad. Lo europeo y lo autóctono en una sinfonía única.
Muchas Gracias, disfruten, critiquen, evalúen, en fin, ésto es un enriquecimiento mutuo y agradecemos todos los comentarios. Cada quince días estaremos actualizando nuestros contenidos. Nos gustaría que fuera todas las semanas, pero, la vida laboral y la elaboración de los contenidos lo hace dificultoso.
Guillermo Carranza Córdoba y Leandro Vinyals.
Infinidad de veces uno transita por la ciudad sin saber lo que está frente a nosotros. Éste blog tiene como misión dar luz sobre aquello poco conocido. Trataremos de hacer un viaje ameno, interesante, didáctico. Hay fotos que acompañan una historia de centurias. Aprovechamos para agradecer a todos aquellos que han aportado su granito de arena, a nuestras familias y, particularmente, a amigos de la talla de Martín y Fernanda que han colaborado prestando su equipo fotográfico.
Creemos firmemente en el hecho de que Internet es una herramienta indispensable para transmitir conocimientos. Éste es el medio para develar el pasado. El legado jesuítico reviste una importancia cabal en la historia nacional y Córdoba no es la excepción a la regla. De ahí el nombre del blog: Línea Jesuítica. Una ligazón de segmentos- arte, arquitectura, filosofía, religión, sólo por nombrar algunos- que confluyen una particularísima mezcla que dio inicio a nuestra identidad. Lo europeo y lo autóctono en una sinfonía única.
Muchas Gracias, disfruten, critiquen, evalúen, en fin, ésto es un enriquecimiento mutuo y agradecemos todos los comentarios. Cada quince días estaremos actualizando nuestros contenidos. Nos gustaría que fuera todas las semanas, pero, la vida laboral y la elaboración de los contenidos lo hace dificultoso.
Guillermo Carranza Córdoba y Leandro Vinyals.
lunes, 11 de octubre de 2010
A modo de Inicio
Al tratar de abordar la historia de los jesuitas en Córdoba se nos plantean muchos interrogantes, y el primero de ellos es justamente ¿por dónde empezar?
Lo cierto es que el legado de la orden en Córdoba, además de ser importantísimo para nuestra historia, abarca ramas tan disímiles como la ciencia, el arte, la arquitectura, lo social y lo religioso. La orden de Loyola de alguna manera debe entenderse como una especie de bisagra, de puente para el logro de una experiencia histórica única en su tipo.
Como verdaderos “hombres del Renacimiento”, los ignacianos se lanzaron a la conquista del saber en pos de lograr “la mayor gloria a Dios”. La captación de fieles y la lucha contra la reforma luterana fueron, claramente, los objetivos centrales de la orden. Se trataba de una especie de cruzada, tendiente a traer a las ovejas nuevamente a su rebaño. El siglo XVI fue altamente conflictivo en materia religiosa. Las divisiones internas debilitaron a la Iglesia y pusieron en evidencia una red de corrupción que involucraba desde el papa hasta el menor prelado.
Los jesuitas eran en cierta medida una congregación joven. De allí puede desprenderse su actitud misional, docente, formadora. América va a estar en las prioridades. Lo exótico y las tierras desconocidas serán el abono perfecto para cumplir su misión. Córdoba, bien al extremo sur de aquella “Terra Incógnita” terminará siendo el eje central de una magna obra.
Llegados a Córdoba a fines del siglo XVI, no tardaron en hacerse un lugar dentro de la sociedad cordobesa. En poco tiempo construyeron un templo, un colegio y, por si fuera poco, las estancias, desperdigadas por gran parte del territorio provincial. En este viaje les proponemos mostrarles lo que estos hombres lograron, intentar dimensionar los alcances de una obra con trascendencia hasta el presente. Con esto no queremos caer en un lugar común, sino que, por el contrario, pretendemos ahondar, describir, contar y disfrutar de un legado único, nacido de una confluencia de culturas, de credos y de razas.
Debemos reconocer que somos, en parte, producto de la ardua tarea encabezada por aquellos misioneros, la cual nos propone un aprendizaje constante. Hay que aprender y reflexionar sobre ella. Los tiempos de la colonia fueron duros y difíciles. Mucha gente padeció el nuevo ordenamiento histórico impuesto desde España. Todo cambio siempre es acompañado de esfuerzo, dolor y sufrimiento.
Desafortunadamente fueron los nativos de éstas tierras quienes debieron reacomodarse a un nuevo escenario, no muy gratificante, que los llevó a un absoluto desarraigo, en todo sentido de la palabra. Dentro de los abusos y las injusticias cometidas por encomenderos, administradores y virreyes la Compañía encontró almas por salvar, dentro de una visión cristiana y preservando, en algunos casos, instrumentos culturales propios de los aborígenes, tales como el idioma. No es casual que los jesuitas se valieran de elementos particulares de cada cultura: eran el puente para explicarles algo tan abstracto y tan distante a su idiosincrasia como lo fue el catolicismo. La labor pedagógica fue de vital importancia.
Apertura del viaje. El Barroco criollo
Entender la labor jesuítica requiere situarnos en la época en que ocurrieron estos hechos. La colonia, como exponíamos más arriba, se caracterizó en cierta medida por la diferencia de clases, la segregación racial, la sujeción del aborigen y la imposición de una nueva religión: el cristianismo.
El patrimonio histórico se nutre de algo muy simple: la necesidad de atraer al nativo a un nuevo credo, muy distinto y un tanto difícil de explicar. Las Iglesias, las tallas, las pinturas y demás manifestaciones artísticas fueron los medios utilizados para llegar a la feligresía, que cooperó de tal forma que, inconscientemente, dio paso a la creación de un estilo inigualable, profundo y pleno de belleza y exuberancia.
El llamado “Barroco Criollo” se debió en gran parte al mestizaje entre elementos puramente americanos y europeos. Quizás los ejemplos más bellos de este arte se encuentren en las capitales virreinales de la época, tales como Méjico o Lima, o en enclaves comerciales (Cuzco o Potosí son claros ejemplos). Córdoba, situada en el medio de la ruta entre Buenos Aires y el Alto Perú también alcanzó ciertas maravillas arquitectónicas, aunque más sobrias y menos recargadas. Buenos Aires no verá un desarrollo importante hasta la instalación, en 1776, del Virreinato del Río de la Plata, por orden del rey Carlos III, el mismo que en 1767 se encargó de expulsar a la orden de Loyola de los territorios americanos.
Arquitectos de la talla de Prímoli, Lemaire y Krauss van a dotar a la ciudad con nuevas construcciones que la harán despertar, poco a poco de su letargo. La Iglesia de la Compañía, la Universidad y las estancias ponen de manifiesto la labor artística y la pluralidad de profesiones dentro de los jesuitas.
(Continuará en la próxima entrada- Iglesia de la Compañía de Jesús, Córdoba, Argentina)
Lo cierto es que el legado de la orden en Córdoba, además de ser importantísimo para nuestra historia, abarca ramas tan disímiles como la ciencia, el arte, la arquitectura, lo social y lo religioso. La orden de Loyola de alguna manera debe entenderse como una especie de bisagra, de puente para el logro de una experiencia histórica única en su tipo.
Como verdaderos “hombres del Renacimiento”, los ignacianos se lanzaron a la conquista del saber en pos de lograr “la mayor gloria a Dios”. La captación de fieles y la lucha contra la reforma luterana fueron, claramente, los objetivos centrales de la orden. Se trataba de una especie de cruzada, tendiente a traer a las ovejas nuevamente a su rebaño. El siglo XVI fue altamente conflictivo en materia religiosa. Las divisiones internas debilitaron a la Iglesia y pusieron en evidencia una red de corrupción que involucraba desde el papa hasta el menor prelado.
Los jesuitas eran en cierta medida una congregación joven. De allí puede desprenderse su actitud misional, docente, formadora. América va a estar en las prioridades. Lo exótico y las tierras desconocidas serán el abono perfecto para cumplir su misión. Córdoba, bien al extremo sur de aquella “Terra Incógnita” terminará siendo el eje central de una magna obra.
Llegados a Córdoba a fines del siglo XVI, no tardaron en hacerse un lugar dentro de la sociedad cordobesa. En poco tiempo construyeron un templo, un colegio y, por si fuera poco, las estancias, desperdigadas por gran parte del territorio provincial. En este viaje les proponemos mostrarles lo que estos hombres lograron, intentar dimensionar los alcances de una obra con trascendencia hasta el presente. Con esto no queremos caer en un lugar común, sino que, por el contrario, pretendemos ahondar, describir, contar y disfrutar de un legado único, nacido de una confluencia de culturas, de credos y de razas.
Debemos reconocer que somos, en parte, producto de la ardua tarea encabezada por aquellos misioneros, la cual nos propone un aprendizaje constante. Hay que aprender y reflexionar sobre ella. Los tiempos de la colonia fueron duros y difíciles. Mucha gente padeció el nuevo ordenamiento histórico impuesto desde España. Todo cambio siempre es acompañado de esfuerzo, dolor y sufrimiento.
Desafortunadamente fueron los nativos de éstas tierras quienes debieron reacomodarse a un nuevo escenario, no muy gratificante, que los llevó a un absoluto desarraigo, en todo sentido de la palabra. Dentro de los abusos y las injusticias cometidas por encomenderos, administradores y virreyes la Compañía encontró almas por salvar, dentro de una visión cristiana y preservando, en algunos casos, instrumentos culturales propios de los aborígenes, tales como el idioma. No es casual que los jesuitas se valieran de elementos particulares de cada cultura: eran el puente para explicarles algo tan abstracto y tan distante a su idiosincrasia como lo fue el catolicismo. La labor pedagógica fue de vital importancia.
Apertura del viaje. El Barroco criollo
Entender la labor jesuítica requiere situarnos en la época en que ocurrieron estos hechos. La colonia, como exponíamos más arriba, se caracterizó en cierta medida por la diferencia de clases, la segregación racial, la sujeción del aborigen y la imposición de una nueva religión: el cristianismo.
El patrimonio histórico se nutre de algo muy simple: la necesidad de atraer al nativo a un nuevo credo, muy distinto y un tanto difícil de explicar. Las Iglesias, las tallas, las pinturas y demás manifestaciones artísticas fueron los medios utilizados para llegar a la feligresía, que cooperó de tal forma que, inconscientemente, dio paso a la creación de un estilo inigualable, profundo y pleno de belleza y exuberancia.
El llamado “Barroco Criollo” se debió en gran parte al mestizaje entre elementos puramente americanos y europeos. Quizás los ejemplos más bellos de este arte se encuentren en las capitales virreinales de la época, tales como Méjico o Lima, o en enclaves comerciales (Cuzco o Potosí son claros ejemplos). Córdoba, situada en el medio de la ruta entre Buenos Aires y el Alto Perú también alcanzó ciertas maravillas arquitectónicas, aunque más sobrias y menos recargadas. Buenos Aires no verá un desarrollo importante hasta la instalación, en 1776, del Virreinato del Río de la Plata, por orden del rey Carlos III, el mismo que en 1767 se encargó de expulsar a la orden de Loyola de los territorios americanos.
Arquitectos de la talla de Prímoli, Lemaire y Krauss van a dotar a la ciudad con nuevas construcciones que la harán despertar, poco a poco de su letargo. La Iglesia de la Compañía, la Universidad y las estancias ponen de manifiesto la labor artística y la pluralidad de profesiones dentro de los jesuitas.
(Continuará en la próxima entrada- Iglesia de la Compañía de Jesús, Córdoba, Argentina)
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