Cuenta la historia que Don Manuel Cabrera (nieto de Don Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de Córdoba) viajó a Europa junto al Padre jesuita Gaspar Sobrino, quien iba a Roma para desempeñarse como Procurador de la Orden de Loyola.
Tras fuertes tempestades y ataques de piratas holandeses que acechaban a los galeones españoles, cargados de oro, plata y esclavos, Don Manuel pensó en la casi segura zozobra. Ante tan angustiante situación realizó una promesa: si salía con vida de esa travesía donaría quince mil ducados de oro a la Compañía de Jesús para la construcción de un templo en el caserío llamado Córdoba de la Nueva Andalucía e ingresaría a la Orden.
El terrible cruce del Océano Atlántico fue exitoso, y tuvo que cumplir con su palabra...
Hacia 1638 la Compañía contaba con el dinero pero por desidia o falta de mano de obra se demoró el inicio de la construcción. Los propios familiares de Cabrera reclamaron la pronta concreción del proyecto.
Sin mayores datos ni detalles, se desconoce la fecha exacta del inicio de las obras del templo de la Compañía de Jesús.
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